martes. 23.04.2024
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¿Y si el carnaval fuera mudo?

Pues simplemente no sería carnaval sino poesía. Recuerdo una copla de la comparsa “Juguetes” en la cual, inspirado en un poema de Gustavo Adolfo Bécquer, se pronunciaban a favor de la supervivencia de la poesía frente a cualquier obstáculo, en especial en Cádiz.

En el caso de nuestro carnaval, es necesario una serie de factores que interaccionen entre sí para crear la magia que transmiten nuestras coplas, que actúan como un factor social generador del sentimiento de pertenencia a una comunidad, la de la Tacita de Plata. De estos factores, probablemente, uno de los más importantes es la ejecución de las coplas por parte de los intérpretes.

La trattoria (1)

Uno de los momentos más maravilloso de los ensayos es cuando se "mete" una nueva voz por “arribita”. Una sonrisa de oreja a oreja se refleja en tu cara como diciendo “¡Que bastinazo!”. Este es el adorno final, la guinda del pastel, pero lo verdaderamente importante es el pastel, el conjunto de voces. En la década de los 90, en las comparsas, lo más común era tener un contralto y un octavilla, dos a lo sumo. Hoy por hoy, tener solo tres componentes que hagan las voces por encima del tenor parece una quimera.

Antes, en un carnaval que hoy ya resulta casi arcaico, las agrupaciones no llevaban guitarras, solo caja, bombo y los pitos de carnaval. Estos servían para dar tono. Normalmente la melodía que hacían, coincidía con la parte más aguda del pasodoble. Se entendía que si estaban cómodos en la parte más aguda del pasodoble podrían cantar todo lo demás. Pero ocurre que como sabemos, no todo el mundo tiene la misma tesitura y por eso existen varias voces.

La segunda es una voz aproximadamente 2 notas por debajo del tenor. Es la voz que da profundidad, es como el pedal del piano que sirve para sostener una nota en el tiempo, es la que da el cuerpo a la agrupación, la que normalmente va a en la segunda fila y ejerce una función trascendental, en especial en espacios amplios como el Falla.

La octavilla era una voz que nacía con la intención de cubrir aquellas partes en las que la melodía era demasiado grave. Aspiraba por tanto a convertirse en un recurso útil para algunas partes de las melodías. Junto con la octavilla también existe la voz que en Cádiz conocemos como contralto, que no tiene nada que ver con la voz femenina de la ópera. Aquí, el contralto es una voz que va 2 notas por encima del tenor y normalmente se usa cuando el tenor ya de por si va alto, lo cual puede resultar a ratos una voz incómoda o chillada, a la par que espectacular cuando se usa en su justa medida. En definitiva, y muy a groso modo, están son las voces del carnaval, a la cual también cabe añadir la voz de los bajos en el coro.

26/01/15_Comparsa Donde candela hubo Carnaval de Cadiz_Victor López 26/01/15_Comparsa Donde candela hubo Carnaval de Cadiz_Victor López

Por último, la reflexión que querría transmitir, no es más que lo que siente y escucha alguien que va al teatro. Todas las voces son necesarias. En el Falla, o en las actuaciones sin micro, es donde se comprueba la valía de un grupo. Cuando todos los intérpretes suman, la suma de ese todo es sin duda mucho mayor que la suma por separado de cada una de las partes, pero cuando cada uno busca el beneficio propio o el lucimiento personal, una voz puede destrozar todo lo demás. Las personas son perecederas, las coplas no y ahora que muchos autores están siguiendo esta línea argumental, es hora también de que todos los aficionados, más allá de los gustos de cada uno, también entiendan que para que el carnaval siga creciendo, no se puede reducir a personalismos sino a un compendio de factores que en su esplendor actúa como la voz de un pueblo, un estilo de vida, Cádiz.

 

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¿Y si el carnaval fuera mudo?