viernes. 19.04.2024
El coro Rockola, tercer premio en el COAC 2018.

El coro de Carnaval: Del clasicismo al musical

La segunda victoria consecutiva del grupo de Luis Rivero reabre el debate sobre la evolución que afecta a la modalidad

Todo evoluciona y el Carnaval no iba a ser menos. La fiesta más grande de Cádiz poco o casi nada se parece a la de antaño. Lo que empezó como una copla espontánea en una casapuerta ha derivado, en materia de Concurso, a una competencia feroz motivada, evidentemente, por los premios.

El coro Rockola, tercer premio en el COAC 2018.

Precisamente, la modalidad primigenia, la de las primeras coplas en las casapuertas, en este caso tangos, es la que se últimamente se encuentra en el ojo del huracán por la susodicha evolución, unos cambios que, lógicamente, pasarían desapercibidos si no existiesen los referidos premios que acaban condicionando todo el invento.

Partamos de la base del inmovilismo que venía afectando a la modalidad de coros desde hace algún tiempo. Pastrana, Pardo y Migueles ocupaban un cetro que parecía inalcanzable. El primero no sabe lo que es quedarse fuera de una final desde hace décadas, el segundo recibió ese varapalo el año de su pregón, mientras que al tercero si lo han castigado con mayor frecuencia los jurados.

Esa especie de podium comenzó a ser asaltado a principios de la presente década por la nueva apuesta liderada por Luis Rivero. Al principio, todo el mundo se vanaglorió de la llegada de savia nueva y de una nueva forma de concebir la modalidad. Sin embargo, el hecho de que el grupo se haya situado en finales y, en cierta medida, haya abierto el camino a los demás ahora provoca que se empiece a cuestionar esa forma de entender el coro.

Esa senda abierta ha encontrado una especie de paralelismo en el coro, también mixto, encabezado por Antonio Bayón, un grupo que, por segundo año consecutivo, ha logrado alcanzar la Gran Final del COAC y que, según algunos, también se aleja de los cánones más clásicos de la modalidad.

Sea como sea, y atendiendo a la final de este 2018, nos encontramos ante dos especies de corrientes. Una la más clásica, encabezada principalmente por Pastrana, Pardo, y otra la más renovadora, la más musical, liderada por Rivero y Bayón. Curiosamente, los cuatro grupos que han repetido Final en los dos últimos años.

Lo que sí resulta evidente, a tenor de los premios, es que esa forma de entender el coro más cercana al musical ha gozado de una mayor aceptación por parte del jurado si la comparamos con los coros divertidos de Guimerá y Valdés, casi siempre maltratados, especialmente el segundo que en los últimos años no ha saboreado las mieles de las semifinales. De ese maltrato e inmovilismo se queja continuamente Paco Mora, autor que ha alternado clasicismo con apuestas más musicales pero que casi nunca encuentra recompensa.

Aceptar la evolución forma parte de nuestra existencia y es innegable que ese nuevo estilo ha encontrado un refrendo importante por parte de los jurados. Tampoco se puede cuestionar su falta de gaditanismo (al igual que ocurre con la forma de andar de los pasos en Semana Santa se ajustan a las raíces), otra cosa es que una pieza tan concreta, como en este caso el popurrí, se decanten por ese sello que algunos consideran alejado de lo añejo.

Al margen de las consideraciones y los gustos personales a nadie se le escapa que en la variedad está el gusto, que en esto de los premios la alegría va por barrios y que en los últimos años la tendencia es la que es. Y hablando de cánones, chocan que las críticas a una u otra forma se salten los cánones del respeto.

El coro Los chimenea. Foto: OndaCadiz.

El coro de Carnaval: Del clasicismo al musical